En Carlos Tejedor, por primera vez, un productor ganadero venderá energía eléctrica que genera en su campo a partir de transformar estiércol bovino.
Las parcelas tratadas con biofertilizante produjeron más que las no tratadas (7.991 contra 6.700 kg/ha), aunque las tratadas con fertilizantes químicos fueron las que alcanzaron los mayores rendimientos (9.138 kg/ha). Las que recibieron tratamiento mixto tuvieron una ubicación intermedia (8.687).
A fines de este año, el establecimiento ganadero "La Micaela", de Carlos Tejedor (oeste de Buenos Aires), comenzará a suministrar energía eléctrica, obtenida a partir de biogás, a unas 200 familias de esa localidad de 5.000 habitantes.
Cada día, los corrales de La Micaela, propiedad del productor Luis Urdangarin, que encierran 500 animales, producen 13,5 toneladas de estiércol (heces más orina), que son recolectadas y tratadas en un biodigestor de alta capacidad que genera 800 metros cúbicos diarios de biogás. La novedad es que, ahora, ese combustible se transformará en energía eléctrica mediante un grupo electrógeno y comenzará a venderse a la red local a través de la cooperativa de esa localidad.
Urdangarin fue visitado por Clarín Rural, el año pasado, cuando aun estaba en formación este proyecto y en el cual el productor venía trabajando desde 2012 junto a los profesionales agrónomos Ezequiel Weibel y Martín Pinos, responsables de la firma Biogás Argentina, una empresa incubada por IncUBAgro, la incubadora de emprendimientos tecnológicos de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
“Hay cuatro patas sobre las que se apoya el proyecto: la producción de carne, que tiene buen pronóstico ya que el mundo necesita alimento; la generación de energía, cada vez más escasa y más cara; el biofertilzante, para hacer más eficiente y abaratar la producción y el manejo de los efluentes”, había comentado Urdangarin, durante la visita de Clarín Rural.
El biodigestor, de fondo, y la pileta de decantación a la izquierda de la foto.
Durante el último año, todo este grupo de trabajo se abocó a diseñar un proyecto que, además de producir biofertilizante, les permitiera vender la energía generada a la cooperativa eléctrica de Tejedor, y para ello fue fundamental el vínculo con el Proinged (Programa de Incentivos a la Generación de Energía Distribuida de la Provincia de Buenos Aires), que evaluó y apoyó la iniciativa.
"Nos aprobó una tarifa que reconoció las inversiones del productor y financió a la cooperativa en la instalación eléctrica y el motor generador", dice Weibel, y destacó que ésta es la primera iniciativa que se aprueba con biogás, con una tarifa y el financiamiento para llevarlo adelante.
El campo tiene 258 hectáreas, pero solamente efectivas para la producción son dos terceras partes. El proceso para la producción de gas comienza con la agricultura. Unas 120 hectáreas del campo se destinan a la producción agrícola, maíz y sorgo, que todo lo consume la hacienda. El siguiente eslabón de esta cadena es la ganadería, que consume el silaje de planta entera de maíz y el grano seco y con sorgo que también se come como silaje.
Durante la visita de Clarín Rural, los técnicos explicaron el proceso de generación de biogás y su posterior transformación a energía eléctrica.
Dentro del digestor está el inóculo de bacterias, que se formará con los primeros ingresos de estiércol y luego permanecerá ahí tratando todo lo que entra. Ellas, básicamente, toman el carbono del sustrato parcialmente fermentado y generan el metano, que es el gas combustible, que se acumulará en el domo del biodigestor.
Weibel, Urdangarin y Pinos, durante la construcción del biodigestor.
El gas saliente se filtra, se lo enfría para que condense y se lo presuriza para entrar al motor generador de energía eléctrica. Desde allí irá a una subestación eléctrica y ya puede entrar a la red del pueblo. Todo lo que sale del digestor, el biofertilizante, se acumulará en una pileta adyacente al tanque.
"El biofertilizante que generamos es rico en fósforo, nitrógeno y potasio, además de tener micronutrientes y hormonas de crecimiento vegetal", sostuvo Weibel.
Para evaluar la calidad de este subproducto generado de la digestión del estiércol, los técnicos realizaron ensayos sobre un lote de 20 hectáreas de maíz, al que se aplicaron cuatro tratamientos: uno testigo sin fertilización, uno con fertilizantes químicos (urea más mezcla física de inicio), uno mixto con 50% de fertilizantes químicos y 50% de biofertilizante, y uno sólo con biofertilizante.
Las parcelas tratadas con biofertilizante produjeron más que las no tratadas (7.991 contra 6.700 kg/ha), aunque las tratadas con fertilizantes químicos fueron las que alcanzaron los mayores rendimientos (9.138 kg/ha). Las que recibieron tratamiento mixto tuvieron una ubicación intermedia (8.687).
Fuente: Clarín
No hay comentarios:
Publicar un comentario