Una investigadora argentina avanza hacia el trasplante de retina con células madre

Después de haber creado retinas en miniatura con células madre inducidas, la investigadora argentina Valeria Canto-Soler, comenzó a vislumbrar la posibilidad de trasplantarlas al ojo del paciente para que recupere la visión cuando ha quedado ciego por el deterioro de la zona central de la retina, llamada mácula.
Este tejido, que parece una mancha amarilla, es fundamental en la percepción de detalles finos y del movimiento. Con frecuencia se degenera a partir de los 55 años y produce una discapacidad importante, dado que las personas no pueden realizar actividades habituales como leer y conducir.

"Fue tan claro para mí el potencial terapéutico de las retinas que hicimos crecer en el laboratorio, que me comprometí conmigo misma a hacer todo lo que fuera posible para llevar esta tecnología al paciente", comenta la científica, que está trabajando para lograrlo en el corto plazo.

Uno de los aspectos más importantes es que la retina creada en una cápsula de Petri se produce con células del propio paciente, lo que lleva a pensar que el trasplante no debiera generar rechazo. Además, no es necesario tomar células de embriones: se recogen células adultas de la piel o de una muestra de sangre e, incluso, de un cabello. Por un proceso genético de reprogramación celular, se hace volver en el tiempo a esas células hasta lograr que sean indiferenciadas; es decir, células madre con el potencial de terminar funcionando como las de la retina.

"Nosotros desarrollamos en el laboratorio una metodología en la que fuimos dirigiendo esas células para que recreen el proceso de formación de la retina que se da normalmente en un embrión humano y pudimos demostrar que los conos y los bastones, que son los fotoreceptores, responden a la luz", explica Canto-Soler, quien disertó recientemente en el Congreso de la Sociedad Argentina de Investigación en Neurociencias, realizado en Córdoba.

Para avanzar hacia el trasplante necesitaba enriquecer el trabajo de investigación con especialistas que pudieran desarrollar distintas tecnologías.

Entonces, sonó el teléfono desde el Departamento de Oftalmología de la Universidad de Colorado ofreciéndole 10 millones de dólares (provenientes de aportes privados) para que organizara un dream team enfocado en conseguir el trasplante y el año pasado mudó su equipo desde la Universidad Johns Hopkins. "No me llevó mucho tiempo decir que sí: había soñado con crear algo así y había calculado ese monto", cuenta con una gran sonrisa.

Paralelamente, los científicos comenzaron a trabajar en un programa preventivo de ceguera, tratando de desarrollar fármacos que detengan el progreso de la maculopatía asociada con la edad y de la retinosis pigmentaria. Esta última patología puede afectar a jóvenes de 15 años en adelante, y se produce por la muerte de fotoreceptores que están en la periferia de la retina. Hoy no hay modo de tratarla y la enfermedad avanza hasta afectar la mácula, lo que lleva a la ceguera.
Un importante avance científico

La científica creó "de cero" el programa que bautizó con el nombre de CellSight, donde coordina las distintas líneas de investigación.

"Pensamos que las células que hemos obtenido para trasplantar van a estar mejor preparadas para integrarse en la retina del paciente y empezar a establecer las conexiones con las demás células, y como tienen toda la maquinaria funcional, eso debería llevar a que puedan restablecer la visión en esa persona. Ahora depende de la biología y de nuestra capacidad para solucionar lo que sea necesario", agrega la investigadora.

El tejido a trasplantar está listo y en los próximos tres meses van a comenzar con estudios en cerdos en miniatura que tienen maculopatía. Esta fase les permitirá observar si el trasplante se integra y recupera la visión. También podrán saber si el tejido es seguro.

Además, uno de los equipos de CellSight está tratando de generar tejido retinal que tenga muchos más conos que bastones o a la inversa. "Si lo logramos, podremos tratar la mácula y también la periferia de la retina", explica Canto-Soler.

Otro grupo está investigando técnicas de imágenes no invasivas para controlar el implante, primero en animales, y luego en los pacientes.

A su vez, otra investigadora argentina, Natalia Vergara, lidera el equipo que desarrolló una plataforma automática que permite utilizar las retinas para identificar los fármacos que puedan detener el progreso de la enfermedad.

Y junto a todo esto, están trabajando sobre la técnica de la cirugía para el trasplante para que no produzca efectos negativos en el paciente.

Canto-Soler cuenta que con todo el apoyo que tiene para el laboratorio con el que soñó y que cuando cada día se despierta y piensa en el paciente que no ve, "todo eso funciona como un motor para trabajar y salir adelante, a pesar de que a veces las cosas no resulten como se planean".

Perfil

Valeria Canto-Soler nació en Mendoza. Se recibió de bióloga en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, en 1996. Luego estudió biomedicina en la Universidad Austral y se doctoró en el Instituto Wilmer Eye de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos.

Actualmente es profesora asociada del Departamento de Oftalmología de la Universidad de Colorado y dirige el programa de investigación CellSight, en la misma institución.

Después de 22 años, regresó a Córdoba para participar del Congreso de la Sociedad Argentina de Investigación en Neurociencias. Estuvo alojada en un hotel que queda en el barrio donde vivió durante los 5 años de estudios universitarios. "No puedo explicar lo que es esta experiencia para mí. Salir a caminar por la zona donde viví, andar por el campus universitario, encontrarme con tanta gente, ex compañeros que también están haciendo ciencia y presentando sus trabajos, es un tanque de emociones que resulta muy fuerte".

Por Josefina Edelstein para La Nación

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