Miguel Ramos y su mujer Susana, los pochocleros de Plaza Alsina, con nota en Clarín

Miguel Ramos y su mujer Susana son conocidos porque lo venden en la plaza de Villa Sarmiento. Ahora reciben pedidos por las redes sociales.
Ya hace miles de años, sorprendía la magia de ver cómo los granos de maíz se convertían en ese alimento inflado que luego se popularizó alrededor del mundo como el acompañamiento indispensable para ver películas.

En Buenos Aires, los puestos de pochoclo fueron furor en los balnearios costeros, zoológicos y plazas de los barrios. El inconfundible aroma dulce transporta a la infancia pero, aunque los años pasan y los tiempos cambian, algunas tradiciones se mantienen intactas.

Con la pandemia de coronavirus, muchos vendedores debieron reinventarse para sobrevivir durante el aislamiento. Es el caso de Susana y Miguel Ramos, vecinos de Morón que vendían pochoclo los fines de semana y feriados en la Plaza Alsina, ubicada en Gelly y Obes y Ameghino, en el corazón de Villa Sarmiento.

“Mi esposo es pochoclero. Nosotros siempre vamos a esa plaza, porque es un lugar hermoso. Un día se nos ocurrió que estaría bueno que vendan pochoclos en la plaza y, como además nos encantan los chicos, decidimos hacerlo. Desde hace cinco años ya que tenemos nuestro puesto al lado de la calesita y trabajamos los sábados, domingos y feriados”, cuenta Susana. "Nuestra marca se llama 'Nuchi' por nuestra nieta que se llama Inés y le decimos así", agrega.

Miguel en su casa de Villa Sarmiento, donde con ayuda de Susana prepara las bolsas de pochoclo que antes hacía en la Plaza Alsina.

Debido a la cuarentena, el matrimonio tuvo que ingeniárselas para mantener su emprendimiento a flote, ya que contaban con ese ingreso económico. “Publicamos en el grupo de Facebook ‘Vecinos de Villa Sarmiento’ que íbamos a empezar a vender nuestros pochoclos a domicilio, por $50 la bolsita, y nos sorprendió la cantidad de gente que respondió. Muchos son vecinos de la zona que ya nos conocían, pero también nos llamó mucha gente que no, y que nos encargó sólo para ayudar. Para nosotros eso es impagable”, expresa la vecina.

Como Susana y Miguel forman parte del grupo de riesgo ante el Covid-19, es su hijo quien los ayuda repartiendo las bolsas de pochoclo a los vecinos, en su bicicleta. “Nos quiso dar una mano para distribuir los paquetes de pochoclo que hacemos y empaquetamos en la cocina de mi casa. Como él no vive con nosotros, cuando son poquitas bolsas, a veces las repartimos nosotros”, explica Susana.

“El otro día mi marido fue a llevar un pedido y cuando llegó escuchó a los chicos emocionados que gritaban ‘¡Trajeron los pochoclos!’. Eso a nosotros nos llena el alma; a pesar de la cuarentena y que no podemos ir a la plaza, las sonrisas siguen estando y nos da mucha alegría”, expresa.

La familia no pierde de vista el riesgo de contagio, por lo que, además de protegerse con guantes y barbijo, modificaron el paquete de pochoclos para que sea más hermético, aunque el contenido sigue siendo el mismo.

"En la plaza vendíamos el pochoclo en bolsitas de papel abiertas, pero ahora las cambiamos por unas de plástico que se cierran y son más seguras", cuenta Susana. "Nosotros usamos productos muy buenos, de primera marca, tanto el maíz pisingallo como el azúcar. Cada uno tiene su receta, aunque un pochoclero nunca revela su secreto", dice entre risas.

A partir de la buena respuesta que recibieron por parte de las familias del barrio, Miguel y Susana contemplan mantener la modalidad a domicilio en el futuro: "Se nos ocurrió que cuando pase la cuarentena, los días de lluvia que no podemos ir a la plaza, vamos a seguir haciendo delivery de pochoclo para la gente pueda comerlo en sus casas mientras ve una película", se ilusiona.

Quienes quieran realizar su pedido pueden comunicarse con ellos a través del número de Susana: 11-5147-8125. Necesitan ayuda, y el pochoclo les sale riquísimo.


Fuente: Clarín

No hay comentarios:

SOCIEDAD

SALUD