Se recibió de ingeniero industrial por mandato familiar y social; cuando conoció los espectáculos a la gorra supo que ese iba a ser su destino. ¿Se animaría a perseguirlo?.
Casi como un presagio, cuando contrajo matrimonio con quien hoy sigue siendo su pareja, un sketch de exteriores que después se convertiría en el típico video que los novios muestran en su fiesta, lo tuvo de protagonista tras el legendario personaje del Zorro. "Con mi mujer hicimos un sketch, con un guión que yo escribí y en un momento somos el Zorro y su esposa, en otro Quico y la Chilindrina, en otro los Bañeros más Locos, y hasta hay cosas de Volver al Futuro", recuerda entre risas Diego Giannotti.
No era la primera vez que este padre de dos nenas de 6 y 4 años se dejaba llevar por las historias de espadas y persecuciones y apostaba, una vez más, a su costado artístico. "De chico mi mamá me hizo fanático del Zorro. Todavía conservo un jogging de esa época con diseños del Zorro, tengo el álbum de figuritas, y el recuerdo de ella contando que miraba los capítulos mientras tomaba la merienda. Por algo me llamo Diego, aunque nunca me supieron decir bien el porqué de la elección del nombre", dice pensativo.
Desde que tiene recuerdo estuvo conectado con el mundo fantástico de los personajes de ficción. Cuando era chico preparaba obras de teatro para los cumpleaños de sus hermanas, las escribía, dirigía y actuaba. Y ya en la adolescencia organizaba bailes de disfraces sólo para poder disfrazarse y, como sorpresa, hacía una interpretación en la que aparecía por los tejados y peleaba con un amigo que se prestaba para ese juego. Su abuelo, con la sabiduría de los ancianos, le decía que se tenía que convertir en el Zorro.
Todo empezó con un globo
Pero la adrenalina que le generó pensar en la posibilidad de cumplir su deseo le pasó factura y su cuerpo le pidió hacer un alto. Diego se estresó y estuvo de licencia por un tiempo. "A partir de ese momento empecé a pensar menos en los viajes y más en mi proyecto, y lo armé muy bien. Puse una fecha tentativa de que lo haría un año después, en el cumpleaños de mis hijas, en febrero, con toda gente conocida, porque sería mucho más fácil suponía. Los espectáculos que yo conocía eran de circo, por lo que el mío así sería, y al pensar qué personaje inventar, se me ocurrió hacerlo como el Zorro. En julio de 2015, mientras seguía armando mi show, se me ocurrió ir a la plaza a vender globos para ir acostumbrándome a interactuar con la gente vestido como el personaje", relata.
Por ese entonces Diego tenía 37 años, era inspector de fábricas y se reconocía con un perfil muy bajo. Sin embargo, un buen día, acompañado de su mujer y sus hijas cargó su auto con globos, un tubo de helio y disfrazado como el Zorro, se bajó en la plaza de su barrio para que la gente pudiera sacarse fotos con él.
¿Qué necesidad tenía un ingeniero de pararse en la plaza a vender globos?, pensarían algunos. Pero Diego sentía en su interior que estaba transitando el camino que lo haría feliz. "Lo más lindo es el acompañamiento que recibí de mi mujer -que siempre había sido muy reticente a estas cosas pero me apoyaba porque sabía que me hacía feliz-, de mis nenas que estaban chochas, y de mis viejos, que aparecieron ese día en la plaza. Mi papá hasta me ayudó con el tubo de helio. Mi abuelo ya había fallecido en el 2011, por eso siempre que me ponía la máscara pensaba en él", y así siguió Diego con su plan: todos los domingos iba a la plaza. Ahora había sumado espadas y máscaras para vender. Mientras terminaba de preparar el show y mejoraba el traje.
Cada vez que se paraba en la plaza y llamaba con un micrófono a la gente para que se acercara a disfrutar del show, sentía que le temblaba todo el cuerpo. Incluso antes de la función se arrepentía y pensaba "¿para qué me metí en esto si no tenía necesidad? Me ponía muy nervioso. Pero una vez que empezaba y después de terminar, sabía que quería hacerlo mil veces más", asegura. En 2016 Diego hizo diez shows en total entre contratados y a la gorra. El show ahora cuenta con espadas, látigo, una cárcel, dinamita, escenografía del pueblo, regalos, muchos trajes para el público que colabora, serenata y todos los condimentos que tiene la serie de Disney.
"Lamentablemente hace muy poquito perdí a mi mamá, mi fan número uno. Cuaquier cosa nueva que se me ocurría iba a contárselo, siempre estaba en los shows, compartía mis publicaciones. Fue y es un golpe durísimo. Este año quise hacer un show más en homenaje a ella en la plaza de mi barrio que fue siempre su barrio también, y donde empecé vendiendo globos con ella presente dos años y medio atrás. Con el personaje que ella me hizo amar. Y como en el show el Zorro entrega una rosa, la primera vez que fui al cementerio le dejé una rosa de parte del personaje que a ella le gustaba y que seguía viendo. Y así estoy ahora. Soy una persona seria que hace inspecciones de fábrica en cualquier parte del mundo y se transforma en el Zorro los fines de semana. Con esas dos cosas convivo, diciendo que soy el Zorro que en la semana se disfraza de Ingeniero, y no al revés. Y sin saber ni querer imaginar hasta dónde puede llegar esta historia tan linda y tan loca, dejando que el destino me sorprenda", concluye con una sonrisa que ilumina su rostro.
Fuente: La Nación
Casi como un presagio, cuando contrajo matrimonio con quien hoy sigue siendo su pareja, un sketch de exteriores que después se convertiría en el típico video que los novios muestran en su fiesta, lo tuvo de protagonista tras el legendario personaje del Zorro. "Con mi mujer hicimos un sketch, con un guión que yo escribí y en un momento somos el Zorro y su esposa, en otro Quico y la Chilindrina, en otro los Bañeros más Locos, y hasta hay cosas de Volver al Futuro", recuerda entre risas Diego Giannotti.
No era la primera vez que este padre de dos nenas de 6 y 4 años se dejaba llevar por las historias de espadas y persecuciones y apostaba, una vez más, a su costado artístico. "De chico mi mamá me hizo fanático del Zorro. Todavía conservo un jogging de esa época con diseños del Zorro, tengo el álbum de figuritas, y el recuerdo de ella contando que miraba los capítulos mientras tomaba la merienda. Por algo me llamo Diego, aunque nunca me supieron decir bien el porqué de la elección del nombre", dice pensativo.
Desde que tiene recuerdo estuvo conectado con el mundo fantástico de los personajes de ficción. Cuando era chico preparaba obras de teatro para los cumpleaños de sus hermanas, las escribía, dirigía y actuaba. Y ya en la adolescencia organizaba bailes de disfraces sólo para poder disfrazarse y, como sorpresa, hacía una interpretación en la que aparecía por los tejados y peleaba con un amigo que se prestaba para ese juego. Su abuelo, con la sabiduría de los ancianos, le decía que se tenía que convertir en el Zorro.
"Recuerdo que en esa época que le dejé una carta a Fernando Lúpiz diciéndole que quería sumarme a sus shows de cualquier manera, pero no tuve respuesta. Y también empecé a estudiar esgrima. Yo sabía que quería estar involucrado de alguna forma con el personaje, pero lejos estaba de sentarme a pensar la forma, porque al mismo tiempo seguía con el mandato familiar que era tener una buena carrera para tener un empleo estable y seguridad", reflexiona en voz alta.
La carrera de Ingeniería Industrial era la profesión que vislumbraba en su horizonte. Por consejo familiar y apoyado por un grupo de amigos que se volcó por la misma especialidad, en 1998 comenzó sus estudios en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y en 2008 se recibió, aunque sin sentir la pasión por el título obtenido, pero sabiendo qué era lo que tenía que hacer. De a poco fue escalando posiciones: trabajó en el sector de logística de reconocidas empresas internacionales y logró un prestigioso puesto en el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM). "Cuando nacieron mis dos hijas yo ya era inspector de fábricas y viajaba muchísimo. Dejaba a la familia bastante seguido y lo sufría muchísimo. En uno de esos viajes tuve la necesidad de pensar en algo que me ocupara la cabeza y se me ocurrió retomar la idea de cómo sería un show mío, pero sin la esperanza de animarme nunca a hacerlo en realidad", confiesa. Y así, sin sospecharlo, fue tomando forma en su interior un viejo sueño.

La carrera de Ingeniería Industrial era la profesión que vislumbraba en su horizonte. Por consejo familiar y apoyado por un grupo de amigos que se volcó por la misma especialidad, en 1998 comenzó sus estudios en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y en 2008 se recibió, aunque sin sentir la pasión por el título obtenido, pero sabiendo qué era lo que tenía que hacer. De a poco fue escalando posiciones: trabajó en el sector de logística de reconocidas empresas internacionales y logró un prestigioso puesto en el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM). "Cuando nacieron mis dos hijas yo ya era inspector de fábricas y viajaba muchísimo. Dejaba a la familia bastante seguido y lo sufría muchísimo. En uno de esos viajes tuve la necesidad de pensar en algo que me ocupara la cabeza y se me ocurrió retomar la idea de cómo sería un show mío, pero sin la esperanza de animarme nunca a hacerlo en realidad", confiesa. Y así, sin sospecharlo, fue tomando forma en su interior un viejo sueño.
Todo empezó con un globo
Pero la adrenalina que le generó pensar en la posibilidad de cumplir su deseo le pasó factura y su cuerpo le pidió hacer un alto. Diego se estresó y estuvo de licencia por un tiempo. "A partir de ese momento empecé a pensar menos en los viajes y más en mi proyecto, y lo armé muy bien. Puse una fecha tentativa de que lo haría un año después, en el cumpleaños de mis hijas, en febrero, con toda gente conocida, porque sería mucho más fácil suponía. Los espectáculos que yo conocía eran de circo, por lo que el mío así sería, y al pensar qué personaje inventar, se me ocurrió hacerlo como el Zorro. En julio de 2015, mientras seguía armando mi show, se me ocurrió ir a la plaza a vender globos para ir acostumbrándome a interactuar con la gente vestido como el personaje", relata.
Por ese entonces Diego tenía 37 años, era inspector de fábricas y se reconocía con un perfil muy bajo. Sin embargo, un buen día, acompañado de su mujer y sus hijas cargó su auto con globos, un tubo de helio y disfrazado como el Zorro, se bajó en la plaza de su barrio para que la gente pudiera sacarse fotos con él.

¿Qué necesidad tenía un ingeniero de pararse en la plaza a vender globos?, pensarían algunos. Pero Diego sentía en su interior que estaba transitando el camino que lo haría feliz. "Lo más lindo es el acompañamiento que recibí de mi mujer -que siempre había sido muy reticente a estas cosas pero me apoyaba porque sabía que me hacía feliz-, de mis nenas que estaban chochas, y de mis viejos, que aparecieron ese día en la plaza. Mi papá hasta me ayudó con el tubo de helio. Mi abuelo ya había fallecido en el 2011, por eso siempre que me ponía la máscara pensaba en él", y así siguió Diego con su plan: todos los domingos iba a la plaza. Ahora había sumado espadas y máscaras para vender. Mientras terminaba de preparar el show y mejoraba el traje.
Cada vez que se paraba en la plaza y llamaba con un micrófono a la gente para que se acercara a disfrutar del show, sentía que le temblaba todo el cuerpo. Incluso antes de la función se arrepentía y pensaba "¿para qué me metí en esto si no tenía necesidad? Me ponía muy nervioso. Pero una vez que empezaba y después de terminar, sabía que quería hacerlo mil veces más", asegura. En 2016 Diego hizo diez shows en total entre contratados y a la gorra. El show ahora cuenta con espadas, látigo, una cárcel, dinamita, escenografía del pueblo, regalos, muchos trajes para el público que colabora, serenata y todos los condimentos que tiene la serie de Disney.
"Lamentablemente hace muy poquito perdí a mi mamá, mi fan número uno. Cuaquier cosa nueva que se me ocurría iba a contárselo, siempre estaba en los shows, compartía mis publicaciones. Fue y es un golpe durísimo. Este año quise hacer un show más en homenaje a ella en la plaza de mi barrio que fue siempre su barrio también, y donde empecé vendiendo globos con ella presente dos años y medio atrás. Con el personaje que ella me hizo amar. Y como en el show el Zorro entrega una rosa, la primera vez que fui al cementerio le dejé una rosa de parte del personaje que a ella le gustaba y que seguía viendo. Y así estoy ahora. Soy una persona seria que hace inspecciones de fábrica en cualquier parte del mundo y se transforma en el Zorro los fines de semana. Con esas dos cosas convivo, diciendo que soy el Zorro que en la semana se disfraza de Ingeniero, y no al revés. Y sin saber ni querer imaginar hasta dónde puede llegar esta historia tan linda y tan loca, dejando que el destino me sorprenda", concluye con una sonrisa que ilumina su rostro.
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