EL CUENTO CORTO DEL DOMINGO: Hoy Lucas Hrubisiuk 1er. premio 2da. Categoría Juan XXIII

Aprovechando que el Colegio Juan XXIII hizo público los 4 cuentos ganadores del 5° Certamen de Cuentos breves, llevado a cabo durante el año 2014, en el que participaron los alumnos de Nivel Secundario, vamos a publicarlos para conocimiento de nuestros vecinos.
Lucas Hrubisiuk Primer Premio Concurso de cuento breve segunda categoría
Se dice que los ojos son las ventanas del alma…
“Cuando lo encontramos llevaba unos cinco días muerto, o más” escuché que decía aquel pobre campesino, del cual tuve que escapar momentos después de haberme despertado. Creo que estaba más sorprendido él que yo, porque no es casual notar que tu “hermano de sangre” (a esta altura se podría decir que fui hermano de muchos) se levanta tan temprano (o tan tarde, dependiendo qué estilo de vida lleves) para ir tan entusiasmado al nuevo empleo que acaba de adquirir. 

Por eso el campesino (mi nuevo hermano de sangre) me trajo el desayuno a la pocilga en la que me encontraba hospedado por esa noche. Admito que su rostro reflejaba expresiones de sorpresa y pánico entrelazadas, pero comprendo su asombro. Y entre carcajadas a causa de su actitud acabé con mi desayuno lo más rápido que pude y salí volando en medio de la noche al trabajo, porque no tenía intención de llegar tarde…

Bueno, mi vínculo familiar puede resultar un poco extraño para las mentes cerradas. Pero no es algo que me interese realmente, cuando pienso en mi pasado, solamente pienso en las épocas compartidas con Annie. Oh, terrible desdicha que he sufrido al perderla aquella noche de verano. Me dejé llevar por la emoción, el calor y la lujuria (debemos admitir que era muy hermosa) cuando le propuse pasar el resto de la eternidad conmigo, pareció aterrarse ante la idea. Al otro día apareció muerta y reconozco mi culpabilidad en el acto…

Aún recuerdo los primeros días en lo que todo era “normal” y cómo solamente dos personas cambiaron mi vida en una sola noche…
Todo comenzó un día como cualquier otro pero terminó como ninguno en toda mi vida. Recuerdo a Max y su maldita forma de convencerme. Y recuerdo a Silvia, mi verdadera hermana, dulce, cariñosa. Pero cuando sus hijos, mis sobrinos, volvieron a casa en féretros por un escape de gas en la fábrica donde ambos trabajaban dejó de ser ella misma. Por eso recuerdo a Silvia, estúpida, insensible y alterada, dejándome solo en este mundo, negociando toda felicidad posible a cambio de una soga al cuello…

Max logró convencerme. Afirmaba que yo podría ayudarla, hacer que vuelva y también sus hijos. Pero por un precio que yo un hombre emotivo y alegre, estaba dispuesto a pagar. Recuerdo horrorosamente lo sucedido aquella noche: un bar, un vestido rojo, la mujer del vestido, sus labios susurrando en mi oído, acercándose lentamente a mi cuello, y el dolor agudo que recorrió mi cuerpo y mis
venas momentos después. Desperté en la habitación con aquella mujer al lado mío y un pobre hombre atado y amordazado a una silla. Ella me miró a los ojos, mientras yo era invadido por un hombre infernal: “tu cena” dijo ella, “nada como cenar en tu propia habitación sin necesidad de salir a cazar”. Al entender lo que pretendía me abalancé sobre mi víctima como una fiera hambrienta. “Bien, tu primera sangre, tu primer hermano” (ahora su sangre fluía por mis venas) exclamó ella al ver al hombre tieso…

Se dice que los ojos son las ventanas del alma, pero ¿qué pasaría si ya no tienes alma?...

Mientras recuerdo esto me dirijo en vuelo veloz a mi trabajo, cazar para sobrevivir. Nunca logré resucitarlos. Fue un fiasco. Pero, al fin y al cabo la no vida no es tan mala como aparenta…

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