SOCIEDAD DE SOCORROS MUTUOS DE RAMOS MEJÍA
La práctica del folklore en la Sociedad de Socorros Mutuos de Ramos Mejía es una actividad que cada vez convoca un mayor número de entusiastas participantes que disfrutan gratuitamente de la danza tres veces por semana durante las clases.
El folklore en Socorros Mutuos no solo tiene un importante presente sino que lo avala una notable historia. La tradicional Peña del Socorro, Piedra y Camino celebrará conjuntamente con el aniversario de la patria su cumpleaños 106.
La práctica del folklore en la Sociedad de Socorros Mutuos de Ramos Mejía es una actividad que cada vez convoca un mayor número de entusiastas participantes que disfrutan gratuitamente de la danza tres veces por semana durante las clases.
El folklore en Socorros Mutuos no solo tiene un importante presente sino que lo avala una notable historia. La tradicional Peña del Socorro, Piedra y Camino celebrará conjuntamente con el aniversario de la patria su cumpleaños 106.
Será entonces una gran ocasión para que los amantes de la chacarera, el gato, la zamba, el escondido, el ritmo que prefiera o todos si es un bailarín incansable, y hasta a lo mejor unos pasos de malambo, muestren sus habilidades el próximo 24 de mayo a las 21.00 horas en el gran salón de la Sociedad de Socorros Mutuos de Ramos Mejía, San Martín 327 esquina Castelli.
La entrada es gratuita y el único requisito es pasar previamente a retirarla por la sede de la institución o comunicarse telefónicamente al 4658-4643 / 8377 ó 4441-6223.
“Rescatar, bailar y difundir las danzas de nuestra patria” fue el objetivo que propuso en el acta fundacional quien fuera el propulsor de la peña que nacía casi junto con el siglo XX.
Ramón Quiroga, primer periodista de La Matanza, publicaba “Ecos del oeste”, y primer secretario de Socorros Mutuos, fue el autor de la iniciativa que fue aprobada el 17 de septiembre de 1903. Pero recién el 25 de mayo de 1908, después de un período en el que los encuentros se realizaban en las casas, se concreta la apertura formal en la institución coincidiendo con la inauguración del salón Victoria, en el predio donde después estuviera el cine y hoy se encuentra el bingo. En el mismo salón, dos años después en 1910, se realizaron los festejos centrales de la provincia de Buenos Aires al cumplirse el centenario de la revolución de mayo.
En sus comienzos, y por muchos años, el nombre fue “Peña del Socorro”, pero luego, y como un homenaje a Atahualpa Yupanqui, la figura señera del folclore argentino, se le agregó la denominación de una de sus zambas, Piedra y camino, quedando conformado el nombre actual.
Y si bien el folklore es el protagonista en esta oportunidad no hay que dejar de mencionar que también el tango tiene mucho presente y mucha historia en Socorros Mutuos.
Presente por la gran cantidad, tanto de eximios bailarines como de aquellos que dan los primeros pasos al compás del 2x4, que se dan cita todos los miércoles en el salón de la institución.
Historia, porque en aquel mismo salón Victoria en los primeros años del siglo XX el tango ya estaba presente aún cuando todavía era una danza considerada de las orillas y no aceptada por la alta sociedad. Un salón Victoria que en el año 1913 recibió a Carlos Gardel. Una época en la que todavía las damas llegaban con un calzado común y se ponían el correspondiente al baile en la puerta del salón porque las calles eran de tierra y no los querían ensuciar. Luego al entrar, recibían una tarjeta rosa con el programa que se iba a tocar esa noche y allí anotaban con qué caballero comprometían cada pieza. Una época también en la que en el salón no se servían bebidas y si se quería tomar algo no quedaba más remedio que salir a la vereda e ir hasta la esquina, donde hoy está la confitería Pecas, y pedir el trago en el bar que en aquel entonces se lo conocía como “La jaula”.
Fuente Periódico la Barra
“Rescatar, bailar y difundir las danzas de nuestra patria” fue el objetivo que propuso en el acta fundacional quien fuera el propulsor de la peña que nacía casi junto con el siglo XX.
Ramón Quiroga, primer periodista de La Matanza, publicaba “Ecos del oeste”, y primer secretario de Socorros Mutuos, fue el autor de la iniciativa que fue aprobada el 17 de septiembre de 1903. Pero recién el 25 de mayo de 1908, después de un período en el que los encuentros se realizaban en las casas, se concreta la apertura formal en la institución coincidiendo con la inauguración del salón Victoria, en el predio donde después estuviera el cine y hoy se encuentra el bingo. En el mismo salón, dos años después en 1910, se realizaron los festejos centrales de la provincia de Buenos Aires al cumplirse el centenario de la revolución de mayo.
En sus comienzos, y por muchos años, el nombre fue “Peña del Socorro”, pero luego, y como un homenaje a Atahualpa Yupanqui, la figura señera del folclore argentino, se le agregó la denominación de una de sus zambas, Piedra y camino, quedando conformado el nombre actual.
Y si bien el folklore es el protagonista en esta oportunidad no hay que dejar de mencionar que también el tango tiene mucho presente y mucha historia en Socorros Mutuos.
Presente por la gran cantidad, tanto de eximios bailarines como de aquellos que dan los primeros pasos al compás del 2x4, que se dan cita todos los miércoles en el salón de la institución.
Historia, porque en aquel mismo salón Victoria en los primeros años del siglo XX el tango ya estaba presente aún cuando todavía era una danza considerada de las orillas y no aceptada por la alta sociedad. Un salón Victoria que en el año 1913 recibió a Carlos Gardel. Una época en la que todavía las damas llegaban con un calzado común y se ponían el correspondiente al baile en la puerta del salón porque las calles eran de tierra y no los querían ensuciar. Luego al entrar, recibían una tarjeta rosa con el programa que se iba a tocar esa noche y allí anotaban con qué caballero comprometían cada pieza. Una época también en la que en el salón no se servían bebidas y si se quería tomar algo no quedaba más remedio que salir a la vereda e ir hasta la esquina, donde hoy está la confitería Pecas, y pedir el trago en el bar que en aquel entonces se lo conocía como “La jaula”.
Fuente Periódico la Barra
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