Un fotorreportero y un cronista de Infobae pasaron un día con médicos y enfermeros del hospital más importante del conurbano bonaerense en pleno trabajo. Retratos de la nueva era de pandemia.
El corazón del Hospital Posadas late también en este sector restringido del tercer piso: la terapia de los virus respiratorios. La tensión allí es permanente. Existía antes del Covid-19 y no desaparecerá. Detrás de estas puertas se desata la lucha más intensa. Adentro, los trabajadores de la salud concentran la fuerza de las tropas entre las camas. Sus vidas discurren en un flujo constante de presión sin tiempo. El día y la noche no corren aquí.
Cuanto más cerca se está del cuarto piso del inmenso edificio del Hospital Posadas, esa mole que ocupa una orilla de la Autopista del Oeste a la altura de Morón, más se percibe en el ambiente la amenaza. El silencio es un cuerpo que ocupa los pasillos y las habitaciones y solo se corta por la voz de una médica o el susurro de un enfermero. Pero es la regularidad del pitido que emiten los aparatos que controlan la salud de los enfermos más graves, postrados ante una soledad potente, lo que marca el pulso del “sitio 0”; el espacio donde se libra la batalla cuerpo a cuerpo con el virus que tiene detenido al mundo. (Fotos: Franco Fafasuli)
No hay hora ni reloj: adentro una decena de pacientes (de los 376 que durante el último mes golpearon la puerta de la guardia por síntomas respiratorios) se juega la vida. Es la tercera fase en la escala de un paciente con Covid: en menos de 24 horas quien llega sabrá si es positivo o no. Del aislamiento de la guardia respiratoria pasa a este sector si es positivo, donde compartirá una de las cuatro camas por habitación. Actualmente, el Posadas cuenta con cuatro personas infectadas con el coronavirus.
El Hospital Posadas es una inmensidad 83 mil metros cubiertos en la que trabajan cerca de 4.000 trabajadores de la salud pública, dispuestos -en la etapa de la vida pre coronarivus- a resolver disfunciones en los organismos de un área geográfica de influencia clave en el conurbano oeste: una decena de municipios dentro de la que viven 7 millones de personas. Todos saben y sienten que es la guerra que les tocó vivir; el desafío más intenso y al límite de sus carreras a nivel social. Es para lo que se prepararon y están en el lugar donde, si la curva pega un subidón, se darán las batallas más duras.
En tiempos normales, por el Hospital Posadas pasan unas 20 mil personas por día. La quietud de los primeras semanas de la cuarentena obligatoria lo aproximaba a un elefante blanco en reposo. En los últimos días esa escenografía dejó lugar a un tenue revivir alrededor de esta mole. Pero la escenografía es distinta, una nueva normalidad. En el hall de entrada, dos grandotes uniformados chequean que todo el que entra tenga puesto su barbijo. Encima de ellos, amurada al cielo raso, una cámara mide la temperatura corporal de todo el que pase por allí. Si alguna persona está encima de los 37,5 grados, suena una alarma en un monitor instalado la Mesa de Entradas, donde dos empleadas ya no comparten el mate. Del pasillo ahora las separa una mampara de acrílico. A los que tienen los síntomas del Covid los dos grandotes los mandan a las guardias. “A pesar de los carteles hay gente despistada que entra y pregunta”, sonríe uno de los trabajadores.
El primer caso de Covid en Argentina fue tratado en el Posadas. Se detectó el 7 de marzo. Se trató de una mujer oriunda de la ciudad bonaerense de San Pedro, que fue dada de alta el jueves 7 tras casi 40 días de internación y fue trasladada a un centro de internación para curarse. En total pasaron 22 pacientes con Covid. Solo cuatro trabajadores del sistema de salud del hospital se contagiaron, sobre 5.200 empleados.
“Es aislamiento total. Y ahí empieza a jugar el tema psicológico para ellos. Aparece el miedo porque están solos. Nosotros entramos para controlar, dar medicación y chequeos varias veces por día”, comenta Natalia Rodríguez una de las enfermeras de la guardia respiratoria. En el Posadas se formaron 2.000 profesionales de la salud para entender sobre cuidados preventivos.
Durante los últimos días los casos comenzaron a crecer en Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. Entre los médicos y enfermeros del Posadas preocupa el incremento de contagios en los barrios vulnerables. Saben que allí hay que mantener la prevención y el mayor aislamiento posible. Las autoridades del Posadas, que dependen directamente del Ministerio de Salud nacional, saben y esperan una posible llegada masiva de pacientes. Por eso el primer piso, normalmente usado para atender especialidades de pacientes con turnos, quedó cerrado y está vacío a la espera de un posible aluvión de nuevos infectados.
Parte de la flexibilización de la cuarentena se observa en los pasillos donde los médicos atienden a los pacientes que sacaron turnos para consultas por otras enfermedades. De a poco el Posadas retoma el movimiento histórico, aunque ahora todos respetan la distancia social. Hay un silencio especial en el ambiente. La gente ya no conversa entre sí. Las esperas son mudas.
El Hospital Posadas cuenta con 497 camas, de las cuales 118 son de cuidados críticos. En el último año, 781.125 pacientes fueron atendidos en consultorios externos y guardia. “Existen 221 consultorios de especialidades, subespecialidades y 49 equipos interdisciplinarios que dan respuesta a las patologías más diversas y complejas de niños, embarazadas y adultos”, explicaron las autoridades. "Hemos partido al hospital en dos para que no se crucen o contagien, se liberó la guardia y se abrió en dos: un sector de respiratorios febries y uno de guardia común", detalló el director del Posadas, Alberto Maceira.
Con la llegada de la pandemia el sector de Hemoterapia, a donde los donantes depositan su sangre, se mudó a un edificio anexo fuera de las vigas que sostienen la inmensidad principal. En los primeros días de marzo unas 60 personas por día se acercaban a donar sangre. “Ahora son unos 20 por jornada. Viene mucha gente porque tiene familiares y las cirugías se están reactivando”, explicó Mauro Anta, uno de los hombres que pincha los brazos de los voluntarios. Durante abril los donantes fueron 871.
Uno de los sectores donde más se siente el cambio de lo cotidiano es en la zona de pediatría. Los médicos ya no atienden tantos niños. La camillas quedaron para los casos urgentes.
“Qué está pasando con los problemas digestivos, con las cosas que los niños viven igual, a dónde van, es lo que no sabemos”, comenta Silvia Algieri, médica a cargo de la internación pediátrica.
Nicolás Almirón es uno de los camilleros de la zona de internación de casos sospechosos de Covid. Su trabajo es de los más arriesgados. Empuja de aquí para allá las camas móviles donde se apoyan los cuerpos posiblemente infectados.
“La llevamos como podemos. Usamos ambos descartables y cada vez que entra un paciente sospechoso me lo cambio. Además nuestros compañeros desinfectan toda la zona por donde pasa el paciente: desde los pasillos y ascensores hasta la propia camilla, por supuesto”, explica Almirón.
El clima del tercer piso cambia de golpe. Es una tarde tranquila hasta que llega la voz a un teléfono que avisa que Nicolás sube en una silla de ruedas a un hombre de uno 60 años que tiene síntomas de Covid. A los pocos minutos aparece el camillero. Empuja la silla de ruedas de un hombre que es un casos sospechoso pero no parece preocupado. Cuando pasa por al lado de los cronistas de Infobae levanta el pulgar de su mano derecha. Detrás de su barbijo incluso se intuye una sonrisa.
Las medidas de bioseguridad son permanentes en cada rincón del Posadas. También en las reuniones de las autoridades del hospital en pisos por donde, se presume, no “anda” el Covid.
Durante abril se detectaron 22 casos positivos en el Hospital Posadas: 14 de estos volvieron a curarse al aislamiento de sus casas por tratarse de casos asintomáticos.
Dos trabajadores reciben las inquietudes de los pacientes que llegan a la ventanilla de la guardia respiratoria. “Algunos califican pero otros son dengue, porque los síntomas se confunden. De acá consultamos con el médico pero la idea es no dejarlos esperando mucho”, cuenta Soledad Duarte, una de las recepcionistas. Según explica ella, de momento llegan “muchos más casos de dengue que covid”.
El laboratorio de Virología es uno de los sectores que más trabaja. Allí, la batalla se libra a escala microscópica. Son las trabajadoras de este sector las que reciben las muestras de los pacientes que llegan a la guardia del hospital y definen de qué se trata.
“Hacemos unas 10 muestras por día. Para dengue es mucho. Y la mayoría es positivo. En relación tenemos más dengue que Covid, que será el 30%”, explica Graciela Cabral, a cargo del laboratorio de virología.
Los pacientes que ocupan el sector de internados por sospecha de Covid en el tercer piso tienen su propio baño. Los dispositivos de alcohol en gel y las tachas para lavarse las manos con jabón en estos sectores se repite en cada pasillo.
En el Posadas trabajan más de 1.000 enfermeros y enfermeras. “Cambiaron nuestras costumbres”, ríe Mariano Lezcano. “Ya no nos abrazamos, nos compartimos el mate, cada uno tiene su recipiente, su taza, su botellita y ya las rondas en los momentos de descanso no son tan grandes”, comenta.
Los trabajadores del Posadas tienen a disposición dos barbijos por semana, máscaras y antiparras para protegerse del contagio. Los médicos y los enfermeros son los más expuestos al virus. "Tenemos todo el sistema y equipamiento preparado para recibir pacientes del conurbano sin correr riesgos", explicó Alberto Maceira, director del Posadas.
“Para entrar a ver a un paciente tardamos 4 minutos en prepararnos y entrar y un poco más para sacarnos esa ropa porque ahí es cuando te podes contagiar. Hay que tener cuidado. Todos tenemos familia”, explica Natalia Rodríguez.
Los mates de los enfermeros David Ponce y Carola Valdez. Se acabó el tiempo en que se armaban rondas de mate. Una nueva normalidad se instala en el Hospital Posadas. “Sabemos que esto va a ser para siempre. Es un antes y un después”, dice Valdez.
Solo un paciente murió en el Posadas desde que llegó la pandemia del coronavirus al país. Se trata de un hombre de 85 años que luchaba contra un cáncer de esófago letal.
De momento, en el Posadas hay 103 camas ventiladas en pediatria y adultos, para 73 adultos y 30 niños. Pero con el primer piso en uso se sumarían 250 camas.
"Lo más difícil para los pacientes son los momentos de soledad y de incertidumbre, cuando no saben si tienen Covid y si van a poder volver a ver a sus familias", cuenta Natalia Rodríguez. Cuando las personas entran al tercer piso del Posadas ingresan también a un cono de aislamiento. Parte del trabajo de los médicos y enfermeros es acompañarlos: son los únicos cuerpos que tienen cerca para sentir el calor humano.
Fotos: Franco Fafasuli
Fuente: Infobae
El corazón del Hospital Posadas late también en este sector restringido del tercer piso: la terapia de los virus respiratorios. La tensión allí es permanente. Existía antes del Covid-19 y no desaparecerá. Detrás de estas puertas se desata la lucha más intensa. Adentro, los trabajadores de la salud concentran la fuerza de las tropas entre las camas. Sus vidas discurren en un flujo constante de presión sin tiempo. El día y la noche no corren aquí.
Cuanto más cerca se está del cuarto piso del inmenso edificio del Hospital Posadas, esa mole que ocupa una orilla de la Autopista del Oeste a la altura de Morón, más se percibe en el ambiente la amenaza. El silencio es un cuerpo que ocupa los pasillos y las habitaciones y solo se corta por la voz de una médica o el susurro de un enfermero. Pero es la regularidad del pitido que emiten los aparatos que controlan la salud de los enfermos más graves, postrados ante una soledad potente, lo que marca el pulso del “sitio 0”; el espacio donde se libra la batalla cuerpo a cuerpo con el virus que tiene detenido al mundo. (Fotos: Franco Fafasuli)
No hay hora ni reloj: adentro una decena de pacientes (de los 376 que durante el último mes golpearon la puerta de la guardia por síntomas respiratorios) se juega la vida. Es la tercera fase en la escala de un paciente con Covid: en menos de 24 horas quien llega sabrá si es positivo o no. Del aislamiento de la guardia respiratoria pasa a este sector si es positivo, donde compartirá una de las cuatro camas por habitación. Actualmente, el Posadas cuenta con cuatro personas infectadas con el coronavirus.
El Hospital Posadas es una inmensidad 83 mil metros cubiertos en la que trabajan cerca de 4.000 trabajadores de la salud pública, dispuestos -en la etapa de la vida pre coronarivus- a resolver disfunciones en los organismos de un área geográfica de influencia clave en el conurbano oeste: una decena de municipios dentro de la que viven 7 millones de personas. Todos saben y sienten que es la guerra que les tocó vivir; el desafío más intenso y al límite de sus carreras a nivel social. Es para lo que se prepararon y están en el lugar donde, si la curva pega un subidón, se darán las batallas más duras.
En tiempos normales, por el Hospital Posadas pasan unas 20 mil personas por día. La quietud de los primeras semanas de la cuarentena obligatoria lo aproximaba a un elefante blanco en reposo. En los últimos días esa escenografía dejó lugar a un tenue revivir alrededor de esta mole. Pero la escenografía es distinta, una nueva normalidad. En el hall de entrada, dos grandotes uniformados chequean que todo el que entra tenga puesto su barbijo. Encima de ellos, amurada al cielo raso, una cámara mide la temperatura corporal de todo el que pase por allí. Si alguna persona está encima de los 37,5 grados, suena una alarma en un monitor instalado la Mesa de Entradas, donde dos empleadas ya no comparten el mate. Del pasillo ahora las separa una mampara de acrílico. A los que tienen los síntomas del Covid los dos grandotes los mandan a las guardias. “A pesar de los carteles hay gente despistada que entra y pregunta”, sonríe uno de los trabajadores.
El primer caso de Covid en Argentina fue tratado en el Posadas. Se detectó el 7 de marzo. Se trató de una mujer oriunda de la ciudad bonaerense de San Pedro, que fue dada de alta el jueves 7 tras casi 40 días de internación y fue trasladada a un centro de internación para curarse. En total pasaron 22 pacientes con Covid. Solo cuatro trabajadores del sistema de salud del hospital se contagiaron, sobre 5.200 empleados.
“Es aislamiento total. Y ahí empieza a jugar el tema psicológico para ellos. Aparece el miedo porque están solos. Nosotros entramos para controlar, dar medicación y chequeos varias veces por día”, comenta Natalia Rodríguez una de las enfermeras de la guardia respiratoria. En el Posadas se formaron 2.000 profesionales de la salud para entender sobre cuidados preventivos.
Durante los últimos días los casos comenzaron a crecer en Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. Entre los médicos y enfermeros del Posadas preocupa el incremento de contagios en los barrios vulnerables. Saben que allí hay que mantener la prevención y el mayor aislamiento posible. Las autoridades del Posadas, que dependen directamente del Ministerio de Salud nacional, saben y esperan una posible llegada masiva de pacientes. Por eso el primer piso, normalmente usado para atender especialidades de pacientes con turnos, quedó cerrado y está vacío a la espera de un posible aluvión de nuevos infectados.
Parte de la flexibilización de la cuarentena se observa en los pasillos donde los médicos atienden a los pacientes que sacaron turnos para consultas por otras enfermedades. De a poco el Posadas retoma el movimiento histórico, aunque ahora todos respetan la distancia social. Hay un silencio especial en el ambiente. La gente ya no conversa entre sí. Las esperas son mudas.
El Hospital Posadas cuenta con 497 camas, de las cuales 118 son de cuidados críticos. En el último año, 781.125 pacientes fueron atendidos en consultorios externos y guardia. “Existen 221 consultorios de especialidades, subespecialidades y 49 equipos interdisciplinarios que dan respuesta a las patologías más diversas y complejas de niños, embarazadas y adultos”, explicaron las autoridades. "Hemos partido al hospital en dos para que no se crucen o contagien, se liberó la guardia y se abrió en dos: un sector de respiratorios febries y uno de guardia común", detalló el director del Posadas, Alberto Maceira.
Con la llegada de la pandemia el sector de Hemoterapia, a donde los donantes depositan su sangre, se mudó a un edificio anexo fuera de las vigas que sostienen la inmensidad principal. En los primeros días de marzo unas 60 personas por día se acercaban a donar sangre. “Ahora son unos 20 por jornada. Viene mucha gente porque tiene familiares y las cirugías se están reactivando”, explicó Mauro Anta, uno de los hombres que pincha los brazos de los voluntarios. Durante abril los donantes fueron 871.
Uno de los sectores donde más se siente el cambio de lo cotidiano es en la zona de pediatría. Los médicos ya no atienden tantos niños. La camillas quedaron para los casos urgentes.
“Qué está pasando con los problemas digestivos, con las cosas que los niños viven igual, a dónde van, es lo que no sabemos”, comenta Silvia Algieri, médica a cargo de la internación pediátrica.
Nicolás Almirón es uno de los camilleros de la zona de internación de casos sospechosos de Covid. Su trabajo es de los más arriesgados. Empuja de aquí para allá las camas móviles donde se apoyan los cuerpos posiblemente infectados.
“La llevamos como podemos. Usamos ambos descartables y cada vez que entra un paciente sospechoso me lo cambio. Además nuestros compañeros desinfectan toda la zona por donde pasa el paciente: desde los pasillos y ascensores hasta la propia camilla, por supuesto”, explica Almirón.
El clima del tercer piso cambia de golpe. Es una tarde tranquila hasta que llega la voz a un teléfono que avisa que Nicolás sube en una silla de ruedas a un hombre de uno 60 años que tiene síntomas de Covid. A los pocos minutos aparece el camillero. Empuja la silla de ruedas de un hombre que es un casos sospechoso pero no parece preocupado. Cuando pasa por al lado de los cronistas de Infobae levanta el pulgar de su mano derecha. Detrás de su barbijo incluso se intuye una sonrisa.
Las medidas de bioseguridad son permanentes en cada rincón del Posadas. También en las reuniones de las autoridades del hospital en pisos por donde, se presume, no “anda” el Covid.
Durante abril se detectaron 22 casos positivos en el Hospital Posadas: 14 de estos volvieron a curarse al aislamiento de sus casas por tratarse de casos asintomáticos.
Dos trabajadores reciben las inquietudes de los pacientes que llegan a la ventanilla de la guardia respiratoria. “Algunos califican pero otros son dengue, porque los síntomas se confunden. De acá consultamos con el médico pero la idea es no dejarlos esperando mucho”, cuenta Soledad Duarte, una de las recepcionistas. Según explica ella, de momento llegan “muchos más casos de dengue que covid”.
El laboratorio de Virología es uno de los sectores que más trabaja. Allí, la batalla se libra a escala microscópica. Son las trabajadoras de este sector las que reciben las muestras de los pacientes que llegan a la guardia del hospital y definen de qué se trata.
“Hacemos unas 10 muestras por día. Para dengue es mucho. Y la mayoría es positivo. En relación tenemos más dengue que Covid, que será el 30%”, explica Graciela Cabral, a cargo del laboratorio de virología.
Los pacientes que ocupan el sector de internados por sospecha de Covid en el tercer piso tienen su propio baño. Los dispositivos de alcohol en gel y las tachas para lavarse las manos con jabón en estos sectores se repite en cada pasillo.
En el Posadas trabajan más de 1.000 enfermeros y enfermeras. “Cambiaron nuestras costumbres”, ríe Mariano Lezcano. “Ya no nos abrazamos, nos compartimos el mate, cada uno tiene su recipiente, su taza, su botellita y ya las rondas en los momentos de descanso no son tan grandes”, comenta.
Los trabajadores del Posadas tienen a disposición dos barbijos por semana, máscaras y antiparras para protegerse del contagio. Los médicos y los enfermeros son los más expuestos al virus. "Tenemos todo el sistema y equipamiento preparado para recibir pacientes del conurbano sin correr riesgos", explicó Alberto Maceira, director del Posadas.
“Para entrar a ver a un paciente tardamos 4 minutos en prepararnos y entrar y un poco más para sacarnos esa ropa porque ahí es cuando te podes contagiar. Hay que tener cuidado. Todos tenemos familia”, explica Natalia Rodríguez.
Los mates de los enfermeros David Ponce y Carola Valdez. Se acabó el tiempo en que se armaban rondas de mate. Una nueva normalidad se instala en el Hospital Posadas. “Sabemos que esto va a ser para siempre. Es un antes y un después”, dice Valdez.
Solo un paciente murió en el Posadas desde que llegó la pandemia del coronavirus al país. Se trata de un hombre de 85 años que luchaba contra un cáncer de esófago letal.
De momento, en el Posadas hay 103 camas ventiladas en pediatria y adultos, para 73 adultos y 30 niños. Pero con el primer piso en uso se sumarían 250 camas.
"Lo más difícil para los pacientes son los momentos de soledad y de incertidumbre, cuando no saben si tienen Covid y si van a poder volver a ver a sus familias", cuenta Natalia Rodríguez. Cuando las personas entran al tercer piso del Posadas ingresan también a un cono de aislamiento. Parte del trabajo de los médicos y enfermeros es acompañarlos: son los únicos cuerpos que tienen cerca para sentir el calor humano.
Fotos: Franco Fafasuli
Fuente: Infobae
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