El ataque cerebrovascular es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en adultos. Es por eso que el reconocimiento temprano de los síntomas y la búsqueda inmediata de atención pueden reducir las posibilidades de fallecimiento y daños irreversibles. Cinco señales de alerta que jamás hay que pasar por alto.
El accidente cerebrovascular (ACV) es la primera causa de invalidez en los adultos y es la segunda causa de muerte. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de personas sufren un ACV por año en todo el mundo y alrededor de 5 millones quedan con secuelas permanentes.
Un ataque cerebral se produce cuando una parte del cerebro deja de recibir sangre por la oclusión de una arteria. Sin oxígeno, las células cerebrales pueden sufrir daño o morir, causando diferentes efectos según en qué parte del cerebro se produzca.
Los accidentes cerebrovasculares no tratados a tiempo pueden causar la muerte o dejar distintas secuelas irreversibles en el cuerpo.
El doctor Silvio Luis Aguilera es director médico de Vittal y explicó que existen dos tipos de ataques cerebrales: "el más común, denominado isquémico, que se produce cuando un coágulo bloquea un vaso sanguíneo en el cerebro, y el ataque cerebral hemorrágico, que es causado por la ruptura de un vaso sanguíneo hacia adentro del cerebro. En ambos casos, las neuronas se debilitan o mueren en cuestión de minutos, ya que las células nerviosas no pueden funcionar sin oxígeno".
Existen dos tipos de ataques cerebrales: el isquémico, que se produce cuando un coágulo bloquea un vaso sanguíneo en el cerebro, y el hemorrágico, causado por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro
Y enumeró los principales factores de riesgo: hipertensión arterial (presente en casi el 80% de los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina), diabetes (el 22% de los pacientes que sufren un ataque cerebral son diabéticos), tabaquismo (aumenta el riesgo entre un 50% y un 70%, siendo mayor el impacto en las mujeres), colesterol alto y alcoholismo.
En ese sentido, el ataque cerebrovascular se puede prevenir ya que el 90% de ellos están vinculados a factores de riesgo que pueden evitarse a través de conductas saludables. Los especialistas recomiendan realizar estrictos controles de la presión arterial, diabetes y enfermedades del corazón, abandonar el cigarrillo y hacer dieta y ejercicio físico bajo supervisión médica como las principales medidas de prevención.
Según la OMS, 15 millones de personas sufren un ACV por año en todo el mundo (Getty Images)
La detección ante los primeros síntomas y la inmediata atención son vitales para reducir la posibilidad de muerte y la discapacidad permanente. "En el momento que se detectan los síntomas, es clave recurrir a un centro especializado de atención para mitigar sus consecuencias. Los pacientes tienen un margen de tres horas para que un tratamiento rápido cambie su sobrevida y evolución", señaló el médico neurocirujano Iván Aznar, presidente del Colegio Argentino de Neurología (Cani).
"Ante la aparición de los síntomas, es imprescindible que la persona concurra al centro especializado más cercano. La capacidad de salvar su vida depende de eso, ya que cuanto antes se lo trate más posibilidades tendrá de no tener consecuencias del ACV. No hay que esperar a que los síntomas se pasen y pedir ayuda", concluyó Aznar.
La detección ante los primeros síntomas y la inmediata atención son vitales para reducir la posibilidad de muerte y la discapacidad permanente
Señales de alerta que no deben pasar inadvertidas
– Entumecimiento, falta de sensación, debilidad o parálisis repentinas en la cara, brazos o piernas, especialmente en un solo lado del cuerpo.
– Confusión súbita, problemas repentinos para hablar o entender.
– Problemas repentinos para ver con uno o los dos ojos.
– Dificultad para caminar, mareo, vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación súbitos.
– Dolor de cabeza súbito y severo sin causa conocida.
Otros síntomas importantes, pero menos comunes son: náusea y vómito repentinos, pero diferentes a los de una enfermedad por virus debido a la rapidez con que se presentan (en minutos u horas, en lugar de tardar varios días) y desmayo breve o período de pérdida del conocimiento (desvanecimiento, confusión, convulsiones o coma).
En caso de identificar alguna de estas señales, hay que acostar a la persona para que no se caiga, teniendo la precaución que sea sobre uno de sus lados; llamar rápidamente al servicio de emergencias, no administrar ninguna medicación y recordar la hora de inicio de síntomas para informársela a los profesionales.
Problemas repentinos para ver con uno o ambos ojos es uno de los síntomas de alarma (Getty Images)
"Cuanto antes se haga el diagnóstico, más posibilidades de tratamiento y recuperación tendrá el paciente. Además, el descubrimiento adecuado de los motivos del ataque cerebral es fundamental para prevenir un segundo evento, que tiene probabilidad relativamente alta en estos casos", detalló Aguilera.
Por último, el tratamiento varía según el tipo de ataque cerebral, edad, estado de salud y el tiempo transcurrido. El más común son los anticoagulantes y antiplaquetarios y su efectividad depende de que sean aplicados dentro de las tres primeras horas de presentados los síntomas, tratando de disolver el coágulo o controlando la hemorragia. Luego, se requiere rehabilitación para ayudar a las personas a superar las secuelas causadas por el derrame.
Cuanto antes se haga el diagnóstico, más posibilidades de tratamiento y recuperación tendrá el paciente
Una novedosa línea de abordaje propone que quienes hayan padecido un accidente cerebrovascular y posean un edema o inflamación importante y una zona del tejido cerebral con mala oxigenación realicen rehabilitación con tratamiento con oxigenación hiperbárica (TOHB).
Distintos estudios científicos demuestran que la oxigenación hiperbárica reduce el edema cerebral, la inflamación y la isquemia, estimula la neuroplasticidad, mejora el flujo de sangre al cerebro, atenúa déficits motores, disminuye los riesgos de secuelas, mejora la función motora y el control sobre la motricidad fina y ayuda a evitar trastornos circulatorios cerebrales.
Los pacientes que realizan este tratamiento tienen mejoras clínicas, restauración del flujo y neuroplasticidad cerebral; es decir que mejoran funciones asociadas con el daño ocasionado por el ACV, incluso luego de 36 meses de ocurrido el episodio.
El accidente cerebrovascular (ACV) es la primera causa de invalidez en los adultos y es la segunda causa de muerte. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de personas sufren un ACV por año en todo el mundo y alrededor de 5 millones quedan con secuelas permanentes.
Un ataque cerebral se produce cuando una parte del cerebro deja de recibir sangre por la oclusión de una arteria. Sin oxígeno, las células cerebrales pueden sufrir daño o morir, causando diferentes efectos según en qué parte del cerebro se produzca.
Los accidentes cerebrovasculares no tratados a tiempo pueden causar la muerte o dejar distintas secuelas irreversibles en el cuerpo.
El doctor Silvio Luis Aguilera es director médico de Vittal y explicó que existen dos tipos de ataques cerebrales: "el más común, denominado isquémico, que se produce cuando un coágulo bloquea un vaso sanguíneo en el cerebro, y el ataque cerebral hemorrágico, que es causado por la ruptura de un vaso sanguíneo hacia adentro del cerebro. En ambos casos, las neuronas se debilitan o mueren en cuestión de minutos, ya que las células nerviosas no pueden funcionar sin oxígeno".
Existen dos tipos de ataques cerebrales: el isquémico, que se produce cuando un coágulo bloquea un vaso sanguíneo en el cerebro, y el hemorrágico, causado por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro
Y enumeró los principales factores de riesgo: hipertensión arterial (presente en casi el 80% de los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina), diabetes (el 22% de los pacientes que sufren un ataque cerebral son diabéticos), tabaquismo (aumenta el riesgo entre un 50% y un 70%, siendo mayor el impacto en las mujeres), colesterol alto y alcoholismo.
En ese sentido, el ataque cerebrovascular se puede prevenir ya que el 90% de ellos están vinculados a factores de riesgo que pueden evitarse a través de conductas saludables. Los especialistas recomiendan realizar estrictos controles de la presión arterial, diabetes y enfermedades del corazón, abandonar el cigarrillo y hacer dieta y ejercicio físico bajo supervisión médica como las principales medidas de prevención.
Según la OMS, 15 millones de personas sufren un ACV por año en todo el mundo (Getty Images)
La detección ante los primeros síntomas y la inmediata atención son vitales para reducir la posibilidad de muerte y la discapacidad permanente. "En el momento que se detectan los síntomas, es clave recurrir a un centro especializado de atención para mitigar sus consecuencias. Los pacientes tienen un margen de tres horas para que un tratamiento rápido cambie su sobrevida y evolución", señaló el médico neurocirujano Iván Aznar, presidente del Colegio Argentino de Neurología (Cani).
"Ante la aparición de los síntomas, es imprescindible que la persona concurra al centro especializado más cercano. La capacidad de salvar su vida depende de eso, ya que cuanto antes se lo trate más posibilidades tendrá de no tener consecuencias del ACV. No hay que esperar a que los síntomas se pasen y pedir ayuda", concluyó Aznar.
La detección ante los primeros síntomas y la inmediata atención son vitales para reducir la posibilidad de muerte y la discapacidad permanente
Señales de alerta que no deben pasar inadvertidas
– Entumecimiento, falta de sensación, debilidad o parálisis repentinas en la cara, brazos o piernas, especialmente en un solo lado del cuerpo.
– Confusión súbita, problemas repentinos para hablar o entender.
– Problemas repentinos para ver con uno o los dos ojos.
– Dificultad para caminar, mareo, vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación súbitos.
– Dolor de cabeza súbito y severo sin causa conocida.
Otros síntomas importantes, pero menos comunes son: náusea y vómito repentinos, pero diferentes a los de una enfermedad por virus debido a la rapidez con que se presentan (en minutos u horas, en lugar de tardar varios días) y desmayo breve o período de pérdida del conocimiento (desvanecimiento, confusión, convulsiones o coma).
En caso de identificar alguna de estas señales, hay que acostar a la persona para que no se caiga, teniendo la precaución que sea sobre uno de sus lados; llamar rápidamente al servicio de emergencias, no administrar ninguna medicación y recordar la hora de inicio de síntomas para informársela a los profesionales.
Problemas repentinos para ver con uno o ambos ojos es uno de los síntomas de alarma (Getty Images)
"Cuanto antes se haga el diagnóstico, más posibilidades de tratamiento y recuperación tendrá el paciente. Además, el descubrimiento adecuado de los motivos del ataque cerebral es fundamental para prevenir un segundo evento, que tiene probabilidad relativamente alta en estos casos", detalló Aguilera.
Por último, el tratamiento varía según el tipo de ataque cerebral, edad, estado de salud y el tiempo transcurrido. El más común son los anticoagulantes y antiplaquetarios y su efectividad depende de que sean aplicados dentro de las tres primeras horas de presentados los síntomas, tratando de disolver el coágulo o controlando la hemorragia. Luego, se requiere rehabilitación para ayudar a las personas a superar las secuelas causadas por el derrame.
Cuanto antes se haga el diagnóstico, más posibilidades de tratamiento y recuperación tendrá el paciente
Una novedosa línea de abordaje propone que quienes hayan padecido un accidente cerebrovascular y posean un edema o inflamación importante y una zona del tejido cerebral con mala oxigenación realicen rehabilitación con tratamiento con oxigenación hiperbárica (TOHB).
Distintos estudios científicos demuestran que la oxigenación hiperbárica reduce el edema cerebral, la inflamación y la isquemia, estimula la neuroplasticidad, mejora el flujo de sangre al cerebro, atenúa déficits motores, disminuye los riesgos de secuelas, mejora la función motora y el control sobre la motricidad fina y ayuda a evitar trastornos circulatorios cerebrales.
Los pacientes que realizan este tratamiento tienen mejoras clínicas, restauración del flujo y neuroplasticidad cerebral; es decir que mejoran funciones asociadas con el daño ocasionado por el ACV, incluso luego de 36 meses de ocurrido el episodio.
Fuente: Infobae
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