Blajaquis encabezó un debate sobre la vida en las villas

Pibes chorros, pibes cartoneros, pibes que limpian oficinas; un cruce de diversos caminos alrededor de la vida en la villa.
En la búsqueda de trabajar “lo específico del cine”, un montaje extraño, picado y disrruptivo mantiene esa tensión de quienes viven al límite, y manifiesta la multiplicidad tanto de ambientes como de personajes contradictorios. Se trata de un acercamiento a lo real que se aleja del realismo.

El director del film, César González (también conocido como Camilo Blajaquis, su pseudónimo de poeta), lo presentó el 28 de mayo en el Centro Cultural León León ante una nutrida concurrencia.

Oriundo de la Villa Carlos Gardel y ex pibe chorro, él conoce bien el paño de lo que narra; los momentos más altos de los diálogos y la actuación se sustentan en la cotidianeidad de la villa, recordando a los pequeños momentos de la brillante serie “The Wire”.

En un extenso debate posterior, González reforzó la idea del film que el crimen no es un camino mayoritario para la población villera, pero sí la ilusión para algunos de obtener por una vía fácil lo que se les niega sistemáticamente. En la película se puede ver cómo esta desesperación es aprovechada por las fuerzas de seguridad (ya sea de la Policía o Gendarmería) para realizar sus maniobras criminales.

A su vez, González hizo referencia a la exigencia, previa a la realización del film, que le hacían muchos vecinos: la de “mostrar a los villeros que trabajan”, en contraposición a la visión derechista que los criminaliza.

El director atiende a esta demanda, pero reniega de su inspiración: la idea de que “el trabajo dignifica”. Con una vuelta de tuerca que constituye la propuesta argumental más osada del film, se opone al desempleo y la vida criminal el trabajo asalariado tal como es: alienante, en muchos casos humillante, y siempre un robo legal por parte de los patrones. El tedio de las oficinas y el maltrato al trabajador precarizado se materializan en planos largos y estáticos sobre encuadres agobiantes; la “grasa de las capitales” aparece con toda su carga de hipocresía.

Con este giro, González unifica a quienes los nac&pop quieren mantener separados: los “excluidos” con la clase obrera ocupada. Una unidad, vale señalar, que imprimió con fuerza en la Argentina el movimiento piquetero.

El cineasta dio cuenta de los límites que sufrió la realización de la película, comunes a la enorme parte de la ficción independiente del país: la falta de un apoyo financiero real por parte del Estado y de su Instituto de Cine. Otra película necesaria que debió ser hecha a pulmón (es decir, trabajando gratis).

Sobre la agenda de género
Después del debate sobre el film, los asistentes a la proyección y charla se tomaron una foto con el realizador sosteniendo el cartel “#NiUnaMenos – El Estado es responsable”, la campaña realizada por el Frente de Artistas para la manifestación del 3 de junio.

González destacó, al respecto, la necesidad de comprometer a todos los hombres en la transformación del régimen machista, y anunció el protagonismo femenino en su próximo proyecto cinematográfico, que esperamos vea pronto la luz
Por Tomás Eps

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