El 30 de marzo de 1982 me encontraba en las inmediaciones de plaza de mayo reclamando con otros miles de ciudadanos, Paz, Pan, y Trabajo, mientras éramos reprimidos a puro gas lacrimógeno y balas de goma por la policía de la dictadura militar.
Pocas horas después, el 2 de abril, esa misma dictadura convocaba a los ciudadanos que había reprimido, a sumarse a la gesta patriótica de recuperar las Islas Malvinas.
Ahí se mezclaron todos los papeles, 72 hs. antes estaba todo claro, el enemigo a derrotar era la dictadura, ahora las mayorías populares le daban su respaldo para recuperar aquellas tierras que desde hacía mucho tiempo veníamos reclamando porque las sabemos parte de nuestro territorio. Que hacer entonces ante esta nueva situación, donde ubicarse?
La militancia sindical, que era mi lugar, quedaba por ese momento congelada, había que resolver cosas mas urgentes como la solidaridad en esos momentos tan difíciles, con los soldados y su familia. Fue ahí que me acerqué por primera vez a la Sociedad de Fomento de Villa Sarmiento, los vecinos se reunían allí para organizar la ayuda con los mas afectados por los dolores de una guerra.
Era convocante ver decenas de vecinas tejer bufandas y abrigos para los soldados, vecinos que recorrían el barrio solicitando el aporte de los comerciantes para que donen alimentos, otros se encargaban de la contención de las familias que tenían sus hijos en Malvinas(que las hubo en Villa Sarmiento y no pocas), como no sumarse entonces a estas tareas que para mi en medio de la contradicción dictadura-Malvinas, era un bálsamo que me ubicaba en un lugar concreto donde la participación no le daba aire a los milicos y servía para la solidaridad efectiva.
Fue un redescubrir del barrio y sus vecinos, la gente se acercaba preguntando que podía hacer, en que ayudar, ponían sus vehículos a disposición para llevar las donaciones a los lugares desde los que luego se enviarían a territorio malvinense, se convocaba a los familiares mas directos de los combatientes en el frente de guerra para que el conjunto de vecinos le hicieran sentir su apoyo solidario, y minimizaran en algo el intenso dolor que vivían en ese terrible momento. Se pudo apreciar el lado mas humano y solidario de los vecinos de nuestro barrio.
Claro está, luego vino la derrota y con ella lo mas trágico de una guerra, saber la verdad, conocer sus miserias y sus muertos. Las miserias fueron las de la cúpula gobernante, los muertos los puso el pueblo, pero si ponemos la lupa en nuestro barrio en ese tiempo y la alejamos un poco de lo mas trágico de aquellos meses, podremos ver una vecindad solidaria, dispuesta a participar, a dar sin pedir nada a cambio, a encontrar ideas creativas para el vínculo solidario, en resumen lo que la lupa pudo ver es que en momentos tan trágicos los vecinos de Villa sarmiento mostraron su lado mas humano.
A 31 años de aquel 2 de abril el recuerdo de lo peor de la guerra y lo mejor de su pueblo.
Pocas horas después, el 2 de abril, esa misma dictadura convocaba a los ciudadanos que había reprimido, a sumarse a la gesta patriótica de recuperar las Islas Malvinas.
Ahí se mezclaron todos los papeles, 72 hs. antes estaba todo claro, el enemigo a derrotar era la dictadura, ahora las mayorías populares le daban su respaldo para recuperar aquellas tierras que desde hacía mucho tiempo veníamos reclamando porque las sabemos parte de nuestro territorio. Que hacer entonces ante esta nueva situación, donde ubicarse?
La militancia sindical, que era mi lugar, quedaba por ese momento congelada, había que resolver cosas mas urgentes como la solidaridad en esos momentos tan difíciles, con los soldados y su familia. Fue ahí que me acerqué por primera vez a la Sociedad de Fomento de Villa Sarmiento, los vecinos se reunían allí para organizar la ayuda con los mas afectados por los dolores de una guerra.
Era convocante ver decenas de vecinas tejer bufandas y abrigos para los soldados, vecinos que recorrían el barrio solicitando el aporte de los comerciantes para que donen alimentos, otros se encargaban de la contención de las familias que tenían sus hijos en Malvinas(que las hubo en Villa Sarmiento y no pocas), como no sumarse entonces a estas tareas que para mi en medio de la contradicción dictadura-Malvinas, era un bálsamo que me ubicaba en un lugar concreto donde la participación no le daba aire a los milicos y servía para la solidaridad efectiva.
Fue un redescubrir del barrio y sus vecinos, la gente se acercaba preguntando que podía hacer, en que ayudar, ponían sus vehículos a disposición para llevar las donaciones a los lugares desde los que luego se enviarían a territorio malvinense, se convocaba a los familiares mas directos de los combatientes en el frente de guerra para que el conjunto de vecinos le hicieran sentir su apoyo solidario, y minimizaran en algo el intenso dolor que vivían en ese terrible momento. Se pudo apreciar el lado mas humano y solidario de los vecinos de nuestro barrio.
Claro está, luego vino la derrota y con ella lo mas trágico de una guerra, saber la verdad, conocer sus miserias y sus muertos. Las miserias fueron las de la cúpula gobernante, los muertos los puso el pueblo, pero si ponemos la lupa en nuestro barrio en ese tiempo y la alejamos un poco de lo mas trágico de aquellos meses, podremos ver una vecindad solidaria, dispuesta a participar, a dar sin pedir nada a cambio, a encontrar ideas creativas para el vínculo solidario, en resumen lo que la lupa pudo ver es que en momentos tan trágicos los vecinos de Villa sarmiento mostraron su lado mas humano.
A 31 años de aquel 2 de abril el recuerdo de lo peor de la guerra y lo mejor de su pueblo.
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