Hospipayasos: el humor puesto al servicio de la salud

Son mayoría de integrantes de la zona Oeste, esta ONG se propone interactuar con pacientes, familiares y empleados para generar un clima positivo en los centros de salud. El Hospital de Morón, el Hospital Bocalandro (de Loma Hermosa), el Hospital del Niño y, próximamente, el Policlínico de San Justo, son algunos de los lugares donde se presentan.

Se abre la puerta y las doctoras Turmalina y Perlina salen al pasillo del Hospital de Morón, en búsqueda de la Sala de Maternidad. Recorrerán cada cuarto, preguntarán por el nombre de cada bebé y saludarán a las flamantes mamás, pero también charlarán con los familiares, con las enfermeras y con los empleados encargados de llevar la comida a cada cuarto. Siempre amables y atentas, con sus guardapolvos amarillos, su vestimenta de mil colores y las infaltables narices rojas, logran aquello que fueron a buscar: sacar unas cuantas sonrisas y lograr una interacción positiva con todos los que comparten la Sala.
Turmalina y Pelina son integrantes de Hospipayasos, una ONG sin fines de lucro que se propone dejar una huella en los lugares que visita y construir lo que ellos denominan una “payasización” con el otro. “No venimos a dejar regalos ni hacemos un show, sino que interactuamos con los pacientes, sus acompañantes y todo el personal para generar una transformación en el lugar”, relata Hugo, uno de los miembros fundadores del grupo. Entre los integrantes –en su gran mayoría provenientes de Zona Oeste- se encuentra una radióloga, una enfermera, una psicóloga, comerciantes, asistentes sociales y estudiantes de diversas carreras.
"Esta actividad te va retroalimentando continuamente, todo gesto suma y eso se puede palpar", asegura Hugo, uno de los miembros fundadores de la ONG.
Durante el mes de agosto, el grupo Hospipayasos se presentó en varias oportunidades en el Hospital de Morón a raíz de los festejos por el Día del Niño. Desde la semana pasada, lo hará de forma continua todos los miércoles por la tarde, visitando en duplas las distintas salas de internación. Además, estarán también en el Hospital Bocalandro (Loma Hermosa) y en el Hospital de Niños de San Justo. Próximamente, se sumará el Policlínico Central de San Justo. Pero más allá del lugar, el espíritu y la esencia del grupo se mantienen inalterables.
“Somos personas positivas, de ir para adelante-cuenta Hugo-. Todo aquello que la gente nos dice o nos demuestra nos moviliza para seguir haciéndolo. Por ejemplo, solemos ir cada seis meses a un centro de ADIP, que son equipos de Abordaje de la Discapacidad e Integración Psicosocial, en Palermo. Y cada vez que volvemos, los chicos se acuerdan de nuestros nombres, para nosotros eso es algo muy fuerte e importante”.
La dinámica de trabajo también se mantiene en cada lugar que visitan. La hoja de ruta va desde hacer una presentación para el hospital con los fundamentos filosóficos que guían su actividad hasta buscar información con los enfermeros para desarrollar la estrategia de cada día. Claro que ese es, apenas, el comienzo de la historia.
El trabajo con el otro
Leticia llegó al mundo hace poquitas horas y duerme plácidamente al lado de su mamá, quien comenta al pasar el llanto de su hija de hace un rato. “¡No, no llora! Lo que pasa es que canta, canta en Sol agudo”, replica, ocurrente, la doctora Turmalina, mientras su colega Perlina asiente muy segura y logran arrancar una sonrisa de la madre. Idénticos resultados lograrán más tarde con las madres y familiares de Mirko, Agostina, Israel y Elías, todos recién llegados al mundo.
La interacción con todos los actores –desde los pacientes hasta los familiares- se vuelve un momento esencial en cada visita, casi siempre a partir del humor y con la empatía y la escucha como pilares fundamentales. Siempre, eso sí, respetando las decisiones: se pregunta en cada habitación si se puede pasar o no y, ante una respuesta negativa, se pasa a la siguiente.
Las distintas facetas de la actividad, así como la construcción de cada “hospipayaso” (su nombre, sus características, su look) se realiza a partir de un curso que la misma ONG imparte, con cinco meses teórico-prácticos más tres meses de pasantía en los hospitales. A ello se le agregan cursos de bioseguridad impartidos por especialistas y comisiones de teatro y vestuario, entre otras.
Pero más allá del curso, Hugo asegura que el verdadero hospipayaso empieza a nacer con las visitas a los hospitales, donde el mayor premio es la devolución que hacen los mismos pacientes o familiares. “Si bien recibimos donaciones, no cobramos por lo que hacemos. Porque esta actividad te va retroalimentando continuamente, todo gesto suma y eso se puede palpar, en cada visita y a cada instante”, concluye.
Fuente: El1Digital

No hay comentarios:

SOCIEDAD

SALUD