Conseguir trabajo cambió sus vidas

Derriban numerosas y pesadas barreras: miedos, prejuicios, sobreprotección y desconfianza. Pero una vez que lo logran, hay un antes y un después en sus vidas.
No solamente para ellos, sino también para sus familias, compañeros de trabajo y profesores. Así lo confiesan los jóvenes con discapacidad intelectual que forman parte del Programa "Empleo con apoyo" del Centro Educativo para Adultos Vida Nueva perteneciente al Instituto Aleluya en la provincia de San Juan, donde reciben el acompañamiento que necesitan para insertarse laboralmente. Gracias a este proyecto descubren todo lo que son capaces de alcanzar cuando alguien les da la oportunidad de demostrarlo.
Como Melisa Alaníz (30) que tiene Síndrome de Down y todos los días, desde hace ya un año, se levanta a las seis de la mañana para llegar puntual a su lugar de trabajo en el Centro Cívico de la ciudad sanjuanina donde se desempeña dentro del Ministerio de Educación. Luego de saludar con una enorme sonrisa y cariño a cada uno de sus compañeros, ella explica: "Mi vida cambió. Acá me siento feliz, cómoda y útil. Es muy emocionante para mí y mis compañeros de trabajo también se emocionan porque soy una gran ayuda para ellos." Entre muchas de las virtudes de Melisa, sus colegas y jefes destacan la paz y la alegría que ella impregna en la oficina. "Es muy afectuosa y responsable. En este tiempo Melisa se ha desarrollado muy bien y ha adquirido numerosas habilidades. Está totalmente integrada y sus compañeros la han ayudado para que pueda desenvolverse. Notamos que cambió el clima laboral porque ella aporta algo distinto y logró una transformación muy positiva para todos. No solo ha crecido ella, sino también nosotros", expresa Julio Fernández, director de Educación Privada.
Una de las figuras clave que hace posible esta transformación es la del preparador laboral. Ellos se ocupan del entrenamiento del joven en los distintos lugares de trabajo que abarcan desde una heladería o una casa comercial de ropa hasta un jardín maternal, una oficina administrativa o una veterinaria. A su vez, hacen de nexo entre el empleador y los profesores del Centro Vida Nueva. Se trata de un proceso personalizado que tiene como objetivo acompañar a las personas con discapacidad en su inserción laboral, lo cual implica fortalecer las competencias necesarias para cada puesto y dar respuesta a las inquietudes que puedan surgir tanto por parte de las empresas como de los jóvenes.
"Los entrenamos y hacemos las intervenciones necesarias para que los jóvenes se vayan desarrollando cada vez de forma más autónoma. Por eso nuestro apoyo se va retirando de manera gradual y solo aparece nuevamente cuando surge algún emergente o situación que lo requiera", asevera Marianela Atencio, la preparadora laboral de Melisa.
Cada uno de los 33 jóvenes que actualmente tiene un empleo cuenta con un preparador laboral encargado de guiarlos en este proceso. Tal es el caso de Luis Olmos quien gracias a esta ayuda puede dedicarse a lo que le apasiona: los animales. "Me siento feliz cuando vengo a trabajar", dice mientras baña con cuidado a uno de los perros de la veterinaria El Arca. Asimismo su mamá describe con palabras lo que a simple vista es evidente: "Esto es un sueño cumplido, a Luis le encanta lo que hace. Los domingos antes de acostarse me pregunta: mamá ¿qué voy a hacer mañana? Y yo le contesto: vas a trabajar. Entonces él me dice contento: ¡Estoy salvado! ¿Qué es lo que más admiro de Luis? Que siempre me da fuerza, porque él demuestra que esto es posible y mucho más también", dice esta madre emocionada.

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