Vecinos de Ramos Mejía se movilizarán para evitar que se instalen nuevamente resto bares en su barrio

Fuente: Diario NCO
Reclamos tras el cierre de locales. Bares denunciados por distintas irregularidades
Los frentistas de la calle Maipú y Rivadavia lograron -después de 14 años de reclamos- que dos comercios que funcionaban sin habilitación como locales bailables cerrarán sus puertas, pero ahora temen la llegada de nuevos dueños en el lugar que continuarían con el mismo rubro.
Comenzaron a repartir volantes bajo las puertas de las casas del barrio, pegaron afiches y hasta contrataron un camión con parlantes para mostrar su rechazo ante la posible llegada de otros resto bares al lugar. Su temor se fundamenta en que se habría vendido el fondo de comercio de uno de los locales y comenzaron a haber movimientos en el lugar.
Los comercios arduamente denunciados por distintas irregularidades eran “Caín Pool” (de Rivadavia 14.702) y “Caín Resto Bar” (de Rivadavia 14.680). Los vecinos pedían su cierre por ser una zona residencial, además por no tener la correspondiente habilitación ni las condiciones para funcionar como locales bailables.
Con las pruebas documentales en la mano, Ernesto, uno de los linderos damnificado recuerda que comenzaron con las denuncias en el año 1997 y hasta tuvieron una reunión con el por entonces intendente interino Francisco Di Leva, aunque nunca tuvieron respuesta a su reclamo.

En 2007 retomaron su lucha, alarmados porque dicho local se ampliaba abriendo un resto bar a 30 metros del lugar con el mismo nombre de fantasía. Esta vez recurrieron a la Delegación municipal de Ramos Mejía (expte: 43.871 – Año 2007), nuevamente al Municipio de La Matanza (expte: 19.031 – Año 2007), al Concejo Deliberante (expte: 410 – Año 2007), a la comisaría de Ramos Mejia y llegaron también a la Defensoría del Pueblo de La Matanza (expte: 3.926 – Año 2007) pero nunca tuvieron respuesta a pesar de ser 53 frentistas los que se habían agrupado.
“Era música continua a volúmenes elevados muy superiores a lo permitido agravándose por el uso de micrófonos en modalidad de animación, además del ruido de automotores, de picadas, bocinazaos, estéreos a todo volumen y motos que circulaban por la vereda. Encima orinaban en las puertas de las casas, tocaban timbre y estacionaban en la entrada de los garajes, todo esto en horas de la madrugada cuando nosotros después de todo un día de trabajo, descansábamos” comenta el frentista y resalta que “hasta hubo noches que hubo tiros por las discusiones que se armaban”.
La sorpresa mayor llegó este año, cuando un medio nacional a través de un informe de investigación mostró -en una cámara oculta- que en ambos comercios funcionaba un casino trucho y juego clandestino y, encima, participaban menores.
Pero los vecinos venían trabajando en conjunto con otro programa de dicho canal y lograron, después de más de una década, poner fin al funcionamiento de ambos comercios ya que el informe develó que el resto bar no tenía la habilitación correspondiente para funcionar como local bailable.
En la entrevista que realizó el canal América, el dueño, Cesar Pérez, reconoció que es quien aparece en la cámara oculta realizada -esta vez por los vecinos- donde se lo veía entregando dinero a un inspector. Los vecinos radicaron la denuncia y aportaron las pruebas obtenidas durante ocho meses de investigación en la UFI 8 pero “la odisea”, dicen, no termina.

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