Tan simple como una sopa caliente

Fuente: Periódico La Barra
María Eugenia y Alberto al iniciar su ronda solidaria
Cuando el frío aprieta, cuando el hambre es un compañero de la vida con el que se dialoga cada día, cuando la marginalidad se torna dura y cubre todo el horizonte, la inesperada presencia de una mano que acerca un vaso de sopa caliente y un sándwich se asemeja mucho a un milagro. Y si la mano viene acompañada de una sonrisa y una actitud afectuosa que se reitera cada semana, algo en la vida de quien vive en la calle empieza a cambiar.
María Eugenia sale desde hace unos meses los martes a la noche por Ramos Mejía con un changuito cargado de sándwiches, termos con agua caliente y sopa instantánea. No lleva un itinerario fijo. Recorre la plaza Sarmiento, la Mitre, la Av. de Mayo, y va encontrando chicos, adultos, hombres, mujeres, que reciben ese regalo que ellas les trae como una bendición. Algunos ya la esperan. A otros los ve por primera vez. Conversa. Los escucha. Trata de conocer su nombre, su historia. Vuelve a su casa solo después de haber entregado el último sándwich y describe su vivencia con una frase repetida pero que no se puede reemplazar:
«Recibo de los que ayudo más de lo que les doy». La solidaridad termina siempre siendo amor por uno mismo por la forma en que gratifica a quien recorre ese camino.
La recorrida se hace con cielo estrellado o con diluvio, con clima agradable o con helada. Los que están en la calle siguen estando y María Eugenia también está. «Siento que si no ya no me podría dormir pensando en los que tal vez me estaban esperando».
Comenzó con esta actividad en la Capital Federal sumándose a grupos ya organizados de ayuda a los que viven en la calle. Y un día se le ocurrió que sería bueno hacerlo también acá en Ramos, donde vive.
Las primeras veces salió sola. Pero al poco tiempo Alberto, un cartonero al que conoció justamente ofreciéndole su vaso de sopa, cuando se enteró de lo que hacía se ofreció a acompañarla. Él sabe muy bien lo que es vivir en la calle aunque ahora haya podido alquilar una pieza donde llevar a su familia. Para Alberto también significa un cambio trascendente: puede ayudar a otros. Cuando a veces un verdulero amigo le deja un cajón de frutas muy barato no se lo queda para él. Lo suma a esa cena sencilla que junto a María Eugenia reparten los martes.
El lugar de encuentro es la puerta del local de Bonafide sobre la Av. Rivadavia alrededor de las 20.00 horas y de ahí salen.
Hay mucha gente que quisiera ayudar y no encuentra la forma, o el lugar o con quien hacerlo. Si les gusta esta propuesta, María Eugenia los invita a sumarse ya sea siendo uno más que sale a recorrer las calles para tender una mano solidaria al que la necesita o colaborando con lo que ella reparte. Todo lo que le puedan acercar será bienvenido.
Para contactarse con ella su mail es feniaravaioli@yahoo.com.ar o si no ubicarla los martes cuando sale a hacer su recorrida. Tal vez se pueda comprobar lo que ella afirma: «cada martes vuelvo con una lección de vida».
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